Brasil convirtió el estadio olímpico de Stratford en un carnaval brasileño con un ejército de 225 bailarines, que salieron al escenario después de que sonara el himno brasileño y de que el alcalde carioca, Eduardo Paes, recibiera la bandera olímpica.
Los ocho minutos de fiesta brasileña comenzaron con la aparición en el centro del estadio de Renato Sorriso, un barrendero famoso en Río porque cada año baila de manera espontánea en el carnaval carioca mientras pasa la escoba por el “sambódromo” en los descansos de los desfiles de las escuelas de samba.
Renato Sorriso, vestido con su habitual uniforme de trabajo naranja y con una escoba en la mano, bailó unos pasos de samba hasta que un “agente de seguridad” intentó expulsarle, pero entonces apareció un torbellino de bailarines para arroparlo.
Entre los bailarines, que usaban ropas luminosas que remitían a los disfraces de carnaval, apareció la cantante Marisa Monte que entonó unos acordes de la canción “Yemanjá”, que homenajea a la diosa del mar en las religiones de origen africano como el candomblé y el umbanda, que tienen un fuerte arraigo en Río de Janeiro.
A continuación, unos bailarines, vestidos con ropas luminosas que recordaban a los collares y las coronas que usan algunos indios brasileños, danzaron una música de percusión con alusiones a los ritmos tradicionales de los pueblos nativos.
El rapero BNegão animó la fiesta con unas estrofas de una canción de “maracatú”, un animado estilo musical del noreste de Brasil, mientras unos bailarines hicieron unos pasos de capoeira, la mezcla de danza y lucha libre que los esclavos exportaron de Angola y Mozambique al país suramericano.
El cantautor Seu Jorge hizo su aparición, vestido con un traje blanco y pajarita dorada, para cantar “Nem vem que não tem”, tema del filme “Ciudad de Dios” en el que él mismo actuó.
Junto a Seu Jorge bailó la modelo Alessandra Ambrosio, que aportó la gotita de sensualidad a la fiesta, mientras sonaban unos acordes de “funk carioca”, un ritmo que hace furor entre la juventud brasileña.
Para finalizar, los cantantes entonaron la célebre canción “Aquele abraço”, del fallecido Tim Maia, y que es considerado como un himno oficioso de Río de Janeiro por su letra que alaba la icónica ciudad y que cualquier brasileño se sabe de carrerilla.
Entonces, en el colofón de la fiesta apareció por sorpresa Pelé, el rey del fútbol brasileño, que estaba oculto bajo una gabardina para que no se le conociera.
Pelé se descubrió y lució la camiseta amarilla de la selección brasileña de fútbol y se fundió en un abrazo con el barrendero Renato Sorriso.
Para finalizar se irguió el símbolo de Río 2016 en el centro del estadio de Stratford, antes de pasar a los discursos del presidente del COI, Jacques Rogge, y del comité organizador de Londres 2012, Sebastian Coe.
La fiesta brasileña tenía como motivo el “abrazo multicultural” que Brasil prepara a los turistas y deportistas en 2016 y fue ideada por el cineasta Cao Hamburger y la directora de escenografía Daniela Thomas.