BBC
Ni los prejuicios ni el miedo a hacer el ridículo fueron un obstáculo para que Arunachalam Muruganantham cumpliera su sueño: ayudar a las mujeres pobres en los países en desarrollo a lidiar con la menstruación.
Tan decidido estaba a llevar a cabo su proyecto de crear toallas sanitarias baratas que, cuando ninguna mujer quiso probarlas, no dudo en ponerlas a prueba él mismo… en su propio cuerpo.
“Neil Armstrong fue el primer hombre en la Luna, Edmundo Hillary y Tenzing Norgay los primeros en conquistar el Everest y yo, Murugan, soy el primer hombre en el mundo en usar toallas femeninas”, dijo con entusiasmo este empresario indio de 49 años.
En los conservadores círculos de la sociedad india las mujeres ni siquiera hablan sobre la menstruación, le explicó Muruganatham a la BBC. Esperar que aceptaran participar en una prueba de su producto hubiese sido pedir demasiado.
“Incluso las esposas no están dispuestas a hablar de la regla con sus maridos”, dice apenado.
Útero artificial
Las mujeres de las zonas rurales en India no hablan abiertamente sobre la menstruación.
Hace doce años, muy poco después de que se casara en una zona rural del sur de India, notó que su esposa escondía unos “trapos feos y sucios” en alguna parte de la casa. Murunganatham descubrió más tarde que su mujer utilizaba estos trapos cuando le venía el período.
Después de insistir, su esposa le explicó que si compraba un paquete de compresas, ya no le quedaba dinero para la leche.
Murunganatham decidió inventar una solución económica para su esposa y otras mujeres en su misma situación.
Tras experimentar durante cuatro años diseñó una máquina pequeña que fabricaba toallas femeninas a bajo costo cuya operación no requería más que cuatro o seis personas.
A falta de voluntarias, Murunganatham creó un dispositivo para “generar” su propia menstruación.
Con el forro de goma de una pelota de fútbol relleno de sangre animal, “creé un útero artificial”, dice orgulloso. Luego, el empresario conectó este útero por medio de un tubo con las compresas y lo probó en su cuerpo, mientras hacía ejercicios como caminar y andar en bicicleta.
Y su osadía fue recompensada: según cuenta, ya vendió su máquina para hacer compresas en 23 estados de India, en Nepal, Bangladesh, Afganistán, Sudáfrica y Zimbabue.
Cada máquina cuesta US$1000. Las toallas femeninas que produce son para el mercado local y el producto final cuesta un cuarto de lo que valen las compresas que se consiguen en las tiendas.
Empresa en expansión
Muruganatham tiene previsto fabricar otros productos como pañales para bebés y personas con incontinencia.
Actualmente, sólo un 2% de las mujeres en las zonas rurales de India usa toallas sanitarias. La gran mayoría utiliza trapos antihigiénicos que, según las autoridades, aumentan los riesgos de infecciones en el aparato reproductivo y ponen en peligro la salud de las mujeres.
“Voy hacer que India se transforme en un lugar en el que el 100% de las mujeres use compresas”, dice Murunganatham, quien confía que su iniciativa genere además millones de empleos.
Cuando la BBC le preguntó si está ganando dinero con su invento, admitió tímidamente que está “haciendo algo de plata, lo suficiente como para sostener el negocio”.
Ahora, tiene pensado desarrollar otros productos como por ejemplo pañales para bebés y compresas para personas mayores con incontinencia.