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sábado, 25 de agosto de 2012
Fallece Neil Armstrong
La vida de Neil Armstrong cambió de forma radical a las 2:56:30 horas del 21 de julio de 1969. Aquel día, el planeta entero esperaba impaciente las noticias del Apollo XI. El módulo lunar Eagle, que transportaba a Neil Armstrong y a Edwin Aldrin, se posaba sobre la Luna. «Houston, aquí la base de Tranquilidad. El águila ha aterrizado», dijo Neil como comandante de la expedición. Mientras, Michael Collins les aguardaba orbitando en el módulo Columbia. Armstrong, bajaría la escalera y entraría en la Historia como el primer hombre en pisar la Luna, pronunciando una de las frases más célebres de todos los tiempos: «Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad
Armstrong (Wapakoneta, EE UU, 1930), que falleció ayer a los 82 años debido a unas complicaciones derivadas de una operación cardíaca a la que se sometió a principios de mes, logró que muchos niños tuvieran la ilusión de volar hacia lo imposible. Como él, que se enamoró del cielo con apenas dos años, cuando su padre le llevó a ver las Cleveland Air Races. A los seis ya se montó por primera vez en un Ford Trimotor; y a los quince, antes de aprender a conducir, ya se había sacado la licencia para poder volar. En 1949 se enroló en la Marina y participó en la guerra de Corea (1950-53). Realizó 78 misiones desde el portaaviones USS Essex.
Después de su el servicio militar, se centró en los estudios de Ingeniería Aeronáutica en la Universidad de Purdue para terminar trabajando en la NACA, el embrión de la actual NASA. Allí trabajó de todo: ingenerio, piloto –llegó a probar más de 200 prototipos de aeronaves–, administrativo y astronauta, su gran sueño. En 1962, fue uno de los nueve elegidos por la NASA para intentar llegar a la Luna antes de que acabara la década, como había prometido el presidente Kennedy tras ver el éxito del soviético Yuri Gagarin al ser el primer hombre en salir al espacio. La guerra fría estaba en su apogeo y la carrera espacial se iba a beneficiar.
Armstrong abandonó la soleada California para instalarse en Texas, el centro neurálgico de la NASA. Y comenzó a prepararse para la misión con la que pasaría a la historia. En septiembre de 1966 efectuó un vuelo con David Scott en la misión Gemini VIII. Se acopló con éxito al módulo Agena, en lo que fue el primer amarre de dos módulos espaciales. Luego, llegaría la preparación para el Apollo XI. "Pensaba que eran de un 90% las posibilidades de volver sanos y salvos a la Tierra después de este vuelo. Pero solo teníamos un 50% de posibilidades de posarnos sobre la Luna en esa primera tentativa", confesó el propio Armstrong en las celebraciones de los 40 años de la misión.
Después, llegaron las loas, los galardones y los reconocimientos. Pero Armstrong estaba incómodo en ese papel. Incluso la NASA, según confesó James Hansen, el biógrafo de Armstrong, prefería a Buzz Aldrin como comandante para la misión porque podía soportar mejor la presión que su compañero. Armstrong no lo llevó bien. En 1971, dos años después de tocar la gloria, dejó la NASA para dedicarse a la enseñanza en la Universidad de Cincinnati hasta 1979. Después, formó parte de numerosos consejos de administración de diferentes empresas, aunque siempre alejado de los medios de comunicación. Vivía apartado en una granja de su Ohio natal, con su segunda esposa, y raras veces hablaba. Una de las últimas veces en las que se le escuchó fue para criticar a Barack Obama por suspender el programa Constellation para regresar al satélite terráqueo.
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