Se denominan gitanos, romaníes, pueblo gitano o pueblo rom a una comunidad o etnia con un origen y características similares y con ciertos rasgos culturales comunes (si bien con enormes diferencias entre sus subgrupos), presente en casi todos los Estados europeos, en numerosos países americanos y en algunos africanos y asiáticos. Es la mayor minoría étnica de la actual Unión Europea.
El término «gitano» es mayoritario en España y se recogen significados positivos, aunque también connotaciones peyorativas. Esta circunstancia ha originado en España una propuesta reciente para sustituir este término por romaní o simplemente «rom» (en romaní: ‘hombre’ o ‘marido’). A nivel internacional existe también una propuesta común para utilizar rrom, tanto como nombre del pueblo como del idioma, si bien no hay todavía acuerdo acerca de la existencia o no del doble fonema «r-r» en las lenguas gitanas centroeuropeas.
En el caso de España puede usarse también el término «calé» para referirse a la persona, o «caló» para referirse a la variante lingüística propia.
La palabra «gitano» procede de «egiptano», porque en el siglo XV se pensaba que los gitanos procedían de Egipto. Cuando penetraron en Europa, muchos grupos de gitanos se presentaban a sí mismos como «nobles egipcianos»; así, en 1425, dos romaníes pidieron un salvoconducto al rey Juan II de Aragón, en el cual se hacían llamar «condes del Egipto Menor». La palabra «calé» parece proceder del indostaní «kâlâ», que significa «negro».
En España se cree que llegaron hacia 1415, dispersándose y viajando después por todo el país. Las relaciones entre la población local y los gitanos fueron en general buenas durante el siglo XV. Sin embargo, a partir de 1499, con la llegada al trono de los Reyes Católicos, la situación cambió radicalmente, presumiblemente a causa de la búsqueda de la homogeneidad cultural en España, lo cual era la característica propia de la unión de las coronas regionales.
Las autoridades dieron a los gitanos un plazo de dos meses para que tomaran un domicilio fijo, adoptaran un oficio y abandonasen su forma de vestir y sus costumbres, so pena de expulsión o esclavitud. Se buscaba la unificación de los súbditos en todas las regiones, siendo el ideal al alcanzar la centralización del poder político, la existencia de una única religión, una única lengua, una única cultura y, por consiguiente, una única manera de ser.
De tal manera, Las Cortes de Castilla de 1594 emitieron un mandato tendiente a separar a los «gitanos de las gitanas, a fin de obtener la extinción de la raza». Vaticinando la política de las practicas de esterilización que seguirían otros monarcas europeos de la Edad Moderna. En 1633, una pragmática negó a los gitanos el carácter de nación y prohibió incluso el uso del término gitano en el reino.
Los gitanos han tenido desde antiguo un estilo de vida parcialmente nómada que les ha influido notablemente, y desde un principio han destacado por una importante aportación característica en el arte y cultura populares, especialmente la música. Siguen celosamente sus costumbres, pero también se han adaptado y evolucionado en los distintos países donde se han asentado. Ello fue especialmente manifiesto en Andalucía, donde los gitanos hicieron suyos el canto y el baile flamencos, enriqueciéndolos y aportando infinidad de cantaores o bailaores a la cultura andaluza y española.