César Medina
Listin Diario
Santo Domingo, República Dominicana.- Habían pasado unos minutos de las 9:00 de la mañana de ayer y la ciudad comenzaba a botar la pereza de un domingo cimarrón muy especial. En poco más de una hora se produciría el histórico cambio de mando presidencial y los invitados comenzaban a llegar tímidamente al Palacio del Congreso Nacional mientras las Cámara iniciaban sus sesiones para elegir sus bufetes directivos.
En ese momento entré a la casa de doña Yolanda Reyna, la madre del presidente Leonel Fernández, que aún organizaba algunas cosas para recibir a su hijo, que sigue la misma rutina de visitar a su madre los 27 de febrero, antes de ir al Congreso a rendir las memorias anual del gobierno, y los 16 de agosto, en que cada cuatro años se produce el cambio de mando.
En su casa materna de Las Praderas, Leonel conserva en un cofre celosamente custodiado por su madre la banda presidencial que tercia sobre su pecho en esas ocasiones tan memorables. Por tradición de 12 años en el poder, va a visitar a doña Yolanda antes de ir al Palacio del Congreso, ella lo recibe amorosa, le da un beso en la mejilla y hacen un aparte familiar que dura apenas unos minutos. Lo ayuda a terciarse la cinta tricolor y le echa mil bendiciones antes de despedirlo en el pórtico de la casa.
Esta vez había variado en esa rutina. Leonel no iría a visitar a doña Yolanda antes de ir al Congreso porque permanecería en el Palacio Nacional hasta las 10:00 de la mañana agotando hasta el último minuto de su mandato de ocho años. Sus asistentes se habían ocupado temprano de retirar la banda presidencial de la casa de dona Yolanda para llevársela al Presidente a sus oficinas de donde partiría junto a su escolta y allegados y colaboradores de su intimidad.
Danilo Medina, el presidente entrante, llegó con puntualidad a la sede del Congreso acompañado de su esposa Candy y las tres hijas de ambos; todos los invitados especiales, incluyendo dignatarios de más de 20 países, ocupaban ya sus asientos cuando Danilo llegó rayando a la hora establecida en el protocolo. Pero faltaba uno de los dos protagonistas principales de esta ceremonia que todo el país seguía con atención y curiosidad: Leonel Fernández, el Presidente saliente no se había presentado al Congreso casi media hora después.
Había una razón de mucho peso para que se produjera esa tardanza inesperada: El Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, llegaba retrasado al país para participar en la ceremonia de traspaso de mando. Era un invitado muy especial porque hasta horas antes no se había confirmado su presencia, a pesar de que le prometió a Danilo que haría el mayor esfuerzo para acompañarle en ese momento.
Minutos después llegó el mandatario colombiano al salón de la Asamblea Nacional y en ese mismo momento se anuncio que Fernández estaba ya de camino, tan pronto la gente de Protocolo le informó que el salón estaba completo, no faltaba nadie en un aforo atestado de trajes blancos, los legisladores de ambas cámaras, el Cuerpo Diplomático, funcionarios del gobierno ñque aún no sabían hasta ese momento si se iban o se quedabanñ e invitados especiales.
El presidente Santos no había acabado de acomodarse bien en su asiento, cuando se notó el movimiento de la llegada de Leonel. El protocolo establece que los honores se le rinden al Presidente aún en funciones a su llegada al Congreso, y al salir ya investido como jefe de Estado, ocurre lo propio con el Presidente entrante.
Cuando se escucharon los cañonazos de rigor con la llegada del Presidente para marcar el inicio de la ceremonia, ya el protocolo estaba retrasado en más de media hora debido al retraso del presidente Juan Manuel Santos que algunos ociosos comenzaron a atribuir en son de broma al interés de Leonel de quedarse unos minutos más como Presidente.