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jueves, 25 de octubre de 2012

Asistió a su propio funeral


Muchas personas han pensado alguna vez qué pasarías si pudieran asistir a su propio funeral. ¿Se imaginan? ¿Quién iría, quién faltaría y por qué?

Pues eso fue lo que le pasó a Gilberto Araujo, un lavacoches de 41 años, residente, fallecido y “resucitado” en el noreste de Brasil.

Claro que, para su familia y los asistentes en general, al menos en principio, más que una alegría fue un tremendo susto.

Entre gritos, desmayos y caos generalizado su familia vio como Gilberto llegaba a su propio velatorio e interrumpía la ceremonia a la que asistían también numerosos amigos.

“Todo el mundo tenía mucho miedo. Las mujeres se desmayaban, las personas corrían para todos lados”, contó María Menezes, que estuvo presente en el inusual velatorio en Alagoinhas (a 100 kilómetros de Salvador de Bahia).

Lo que sucedió fue que la familia había reconocido el domingo anterior el cuerpo de un hombre cuya identidad aún es desconocida pero que se parecía mucho a Gilberto Araujo.

Y es que “Gilberto sólo aparecía algunas veces por año y pasamos mucho tiempo sin verlo. Vive en Alagoinhas, pero cada día está en un lugar diferente”, explicó uno de sus hermanos, José Marcos Santana Santos, confirmando que hacía cuatro meses que su familia no lo veía.

Gilberto Araujo caminaba por la calles cuando se encontró con un amigo que le dijo que le daban por muerto. “Un amigo me dijo que había un féretro y que yo estaba dentro. Entonces le dije, “pero yo estoy vivo, ¡pellízcame!”, contó Gilberto.


Llamó por teléfono a un pariente para avisarle de que estaba vivo. Pero nadie le contestó y pensó que se trataba de una broma. Entonces, decidió ir personalmente al velatorio para demostrar que estaba vivito y coleando.

Sin embargo la historia tiene final feliz, para Gilberto y su madre, Marina Santana, que dijo: “Estoy muy contenta porque, ¿qué madre que da a un hijo por muerto no se llenaría de alegría al verlo nuevamente con vida?”.